Wednesday, December 07, 2005

El Rostro de Michelle


Quedan 4 días para el 11 de diciembre, y a esta hora debería estar preparándome para terminar las cosas pendientes y salir hacia el centro de Santiago para celebrar el cierre de la Campaña de Michelle Bachelet. En cambio, estoy sentado frente a esta pantalla reflexionando acerca del significado de lo que ocurrióla pasada tarde, e intentando, como nos ocurre a los creyentes, encontrar en estos hechos un sentido distinto al mero azar que saca un camión de su eje y desbarranca justamente al Bus que trae al Comando Juvenil de Michelle Bachelet, junto a varios músicos, desde un acto de campaña en Temuco.
La imagen que tengo en los ojos, es la de Michelle en las noticias de TVN. Sus ojos rojos por las lágrimas y una expresión de dolor tan genuina y profunda que no pudo sino conmoverme.
Se le ha acusado de ser poco política. De apelar a factores emocionales. De no tener estatura de estadista. Yo no sé qué es exactamente lo que se requiere para ser Presidente de Chile. Pero sí sé queen momentos como el que hemos vivido la pasada tarde, no hubiera querido ver otro rostro, otra expresión, otra emoción distinta a la de la Dra. Michelle Bachelet.
En ese rostro no había cálculos ni bajezas. No había ni la sombra de una especulación política. Estaba sola. La mujer, la doctora, la responsable por esos muchachos y sus vidas. Nadie más. Nada más.
Mientras en otros canales veíamos a Piñera y Lavín como el perro y el gato, al menos yo tuve la oportunidad de compartir una lágrima con la próxima Presidenta de Chile, sin pensar en los resultados de este Domingo.
Rodrigo Castillo

Monday, December 05, 2005

A seis días de una nueva elección ... No da lo mismo.



Por: Rodrigo Castillo

Estamos a seis días de enfrentar la cuarta elección presidencial desde que, en el año 1988, derrotamos a la Dictadura en su propia cancha. En esa oportunidad, la alegría y el optimismo fueran nuestras principales herramientas. La confianza en un pueblo que se ponía de pie para decir NO a 17 años de dictadura militar.

Muchos teníamos temor. Aún desaparecía gente. Aún vivíamos en un régimen sin las mínimas garantías, y sin embargo, teníamos un sueño que era mucho más importante que los miedos. El sueño de la libertad política y el sueño de la igualdad económica.

Ambos sueños fueron igualmente importantes para los millones de chilenos y chilenas que salieron a las calles a gritar que No a los años de opresión. Ambos sueños fueron igualmente decisivos para vencer a quienes parecían invencibles, y ambos sueños siguen hoy teniendo una vigencia similar.

Los gobiernos de la Concertación han sido fundamentales para lograr progresos nunca antes vistos en la calidad de vida de millones de chilenos. Y no ha sido fácil, pues desde el principio ha sido necesario convivir con la desconfianza y el recelo de los mismos – si – exactamente de los mismo – que en el año 1988 mostraban en su franja política un jinete con la cara tapada, cabalgando al son de un espantoso jingle que rezaba: “Chile… los marxistas ya vienen”…

Es tal vez por la cantidad enorme de equilibrios que hemos debido promover y aceptar, que parte de la labor democratizadora de los gobiernos de la Concertación se encuentran aún inconclusa. La labor de los gobiernos que sigan, será justamente esa: Más democracia en lo político. Más Democracia en lo económico.

Hoy nos encontramos con los dos candidatos de la derecha, enrostrándonos falta de capacidad para generar mayor igualdad. Y más allá del evidente malestar que nos puede producir tamaña injusticia, nos debemos preguntar si ellos y los sectores que los respaldan nada han tenido que ver con las dificultades que hemos vivido para hacer más cambios.

Y la respuesta llega rápido, cuando repasamos la cantidad se iniciativas parlamentarias que la derecha ha rechazado, comportándose, como es tradicional, en beneficio de sus focos de interés, y poniendo como excusa una ortodoxia en la aplicación del modelo, que nos obliga hoy a señalar que si esos son los costos del bendito modelo, entonces es el modelo el que debe ser perfeccionado.

A seis días de una nueva elección presidencial, vale la pena recordar lo que significa la Concertación para Chile, lo que ha significado para millones de chilenos y chilenas y también la deuda histórica que tiene con quienes trajeron la alegría a Chile en los albores de la democracia.

A seis días de una nueva elección presidencial, es necesario recordar que la Concertación es el conglomerado político que mejor define nuestras aspiraciones sociales como democratacristianos, que apoyamos con lealtad y entusiasmo a Michelle Bachelet y que el resultado de esta elección, de presidente y parlamentarios, por cierto, no da lo mismo.

Tuesday, November 29, 2005

Igualdad e Inclusión Social. Las reglas del Juego

Por: Rodrigo Castillo M

En el día de hoy, he tenido la oportunidad de escuchar algunas de las presentaciones de la ENADE 2005, organizada por ICARE. Como siempre, quienes trabajamos en la empresa privada, nos encontramos con otros chilenos que trabajan en la empresa privada. Directores, Gerentes y algunos dueños de las compañías más importantes del país. Personas que han sido invitadas, pues sus empresas auspician el evento, o que han pagado entre 13 y 16 UF’s por asistir a esta especie de cita cumbre.

Quienes nos sentamos en esas sillas y bebemos el café de grano con galletas en los “Coffee Braks”, somos aquella parte de la sociedad que vive en un Chile muy concreto y determinado. El Chile de las oportunidades.

Es en esas sillas … entre esos pasillos, donde es posible mirarse a la cara, darse la mano, conversar unos minutos, y sentirnos – a pesar de nuestras diferencias políticas - entre “iguales” o al menos “casi iguales”.

Esa es una trampa complicada. No quiero decir que el civismo social, las buenas maneras, la cordialidad, etc. no sean un valor importante, y un rol clave en la transición que ha vivido nuestro país hacia la democracia. A lo que me refiero, es que entre TANTO igual, a todos se nos olvida la existencia de TANTO desigual.

Y así, miramos las cifras de Chile, las de América, y aún las de África y nos volvemos a mirar a la cara preguntándonos … quién sabe qué … pero jamás pudiendo “sentir” lo que sienten aquellos que asisten a ENADE solamente en calidad de "cifras" que alimentan la estadística de los presentadores. El ingreso per capita en Ruanda es igual a 260 dólares al año, señala alguien. Y uno lo compara con el de Chile y se dice... la pucha. Y se imagina que en Chile, con casi 10,000 dólares per capita (corregido por poder de compra) la cosa no está tan mal.

Y sin embargo, en esta oportunidad, Hernando de Soto se refirió particularmente al peligro de la “no inclusión” social. A la existencia, en todo el mundo, pero especialmente en los países menos ricos, de enormes porcentajes de ciudadanos completamente ausentes de la sociedad, completamente radicados en una economía “informal”, “ilegal”, en otras palabras “marginal”, en el sentido de “al margen de lo formal”. Y Chile, camaradas, es parte de ese mundo, y no sólo es parte. Es uno de los campeones de la desigualdad.

Y siguió De Soto. Planteó también algo que hizo reír a los asistentes … todos ellos “parte” del sistema. Todos nosotros, "parte" del sistema. Señaló que la derecha “sabe” como generar riqueza y disminuir el número de pobres. Pero no le importan mucho los pobres (salvo, esto lo digo yo, cómo estadística instrumental o como electorado manipulable) y que a la izquierda (aquí se refiere a la izquierda más tradicional), en cambio, sí le importan los pobres, pero no sabe como hacerlos más ricos.

Pocos minutos antes, el Ministro Eyzaguirre había señalado, acertadamente, que la gran diferencia entre países como Canadá y USA y Chile, Argentina o Perú, es que Canadá a fines del 1860 tenía un 90% de alfabetización, y en cambio Chile, en el 1900, apenas tenía un 43%.

No hay que ser matemático para darnos cuenta de que todos estos datos, que provienen de fuentes diversas y de diversas fuentes ideológicas, apuntan en definitiva a lo mismo.

Ni izquierda ni la derecha. Incluso esas categorías están de más. Lo que se requiere es una sociedad inclusiva, una sociedad en la que no sólo los que nos sentamos en ENADE creamos en un futuro posible, mientras quienes no conocen un computador no sólo no creen en él, sino que jamás se lo podrían imaginar.

Hoy nuestro desafío está en el "centro" del modelo. No para destronarlo, sino para protegerlo de su propio germen de destrucción. No todo es economía. Lo recordaban hoy los sabios de ENADE. La sociedad debe hacerse cargo de que el sistema está sacando cada vez más a la gente del “juego”, y que cuando eso ocurre, difícilmente les podemos pedir que respeten las reglas.

Y la principal manera, qué duda cabe, es la educación. Hoy lo que requerimos es dar el gran salto hacia un Estado que con las herramientas del mercado, pero con sus propios fines sociales, nos permita “incluir” a más chilenos, por la vía de una educación de calidad, al día con las innovaciones y que permita que el país avance hacia el desarrollo con equilibrio.

Mi esperanza es que un día cercano, muchos chilenos desde su computador puedan y se interesen en asistir a ENADE. Y que quienes asistimos a ENADE nos interesamos, de una vez por todas, en que ellos asistan a la reunión, esta vez, no sólo en las barras estadísticas de un gráfico de power point.

Saturday, November 26, 2005

Envianos tu Columna de Opinión

En este espacio, publicaremos, cada semana, distintas columnas de opinión para ser disctutidas en el blog. Si quieres ser parte de nuestras columnas de opinión, déjanos un comentario con tu idea, tu foto y tu e-mail.

Un abrazo fraterno

Friday, November 25, 2005

El significado de ser Democratacristiano en el Siglo XXI

Columna de Opinión
Rodrigo Castillo M.

Hace pocos días, reunido con algunos camaradas, surgió el tema de lo que significa ser democratacristiano hoy. En esa oportunidad, no tuvimos tiempo de entrar muy profundamente en el tema, sin embargo, es algo que de una u otra manera todos quienes pertenecemos este partido, nos preguntamos de mil maneras.

Y si bien la respuesta podría ser obvia, o mejor aún, debiera ser más o menos obvia, la realidad suele ser distinta.

El documento de aporte programático recientemente dado a conocer por la directiva de nuestro partido, unido a un nuevo discurso, que nos urge a perfeccionar el modelo imperante, son tal vez la mejor oportunidad para replantearnos el tema, y comenzar a delinear, nuevamente, desde la reflexión y el actuar público y privado, el significado profundo de pertenecer a una colectividad que por más de medio siglo se ha mantenido en la vanguardia política de Chile.

En primer lugar, ser democratacristiano es, antes que una militancia política, una actitud valórica frente a lo público. Los democratacristianos tenemos una idea clara y precisa acerca del rol del ser humano, en su dimensión de “persona” como centro de la sociedad. Este punto de vista, nos impide - definitivamente - plantearnos desde el relativismo de cualquier color, por mejor intencionado que este pueda parecer con vistas a un modelo de relaciones cada vez más pragmático, en el que pareciera que todo vale y todo es posible.

Dicho de otra manera, los democratacristianos nos situamos, si de filosofía se trata, en la trinchera del “realismo”, pues nuestra ideología más profunda se basa en la existencia de la verdad.

La verdad de la existencia del hombre.
La verdad de la existencia de la creación.
La verdad inmutable de la existencia del bien.

Esto no significa que todos los democratacristianos debamos, por fuerza, ser cristianos, ni tan siquiera creyentes, sino en la necesidad de dotar de un contenido posible a la existencia misma del ser humano, y a partir de esa constatación, dirigir nuestro actuar político al desarrollo y bienestar material y espiritual de la persona “integral”.

Pues bien:

¿Y qué significa esto en la vida diaria de cada uno?

¿Hace alguna diferencia a la hora de actuar políticamente en un mundo en el cual pareciera que todo esta dicho y que la última palabra la tienen los economistas y estadísticos, conocedores del “modelo”?

Pues si. Hay diferencias, y muchas. El actuar político de los democratacristianos no se basa ni puede basarse en principios comunes a cualquier político de “centro” o “moderado”. No nos puede bastar con dotar de algún "discursos" social al modelo, y seguir adelante con sus efectos, como si los mismos fueran imponderables respecto de los cuales nada se puede hacer.

Nuestra ideología, desde el principio, no se basa, como lo hizo el marxismo, y también el liberalismo, en órdenes sociales dominados por las relaciones económicas al interior de la sociedad. En su lugar, nuestro foco de atención y de acción, se basa en la “solidaridad” y la “integralidad” de los seres humanos que componen la sociedad.

Así, cuando nos encontramos frente a relaciones de “desigualdad” al interior de nuestro país. Cuando vemos que aún hay pobres esperando por un trato digno. Cuando nos enfrentamos con el olor y el sabor de la miseria de muchos versus la concentración de la riqueza en unos pocos, nuestro malestar no proviene de los efectos “pragmáticos” de esta situación al interior de la sociedad. No nos vemos impulsados a buscar un cambio por cálculos electorales ni por la pretensión de usar las fuerzas económicas de la historia a favor de nuestros intereses

¡NO!

Los democratacristianos nos sentimos interpelados por el propio ser humano que está sufriendo, en su entidad completa, en su condición de creatura, en fin… en su condición de hermano.

Es por ello que no es extraño que seamos los DC quienes primero estemos impulsando el cambio en el modelo, pues no lo hacemos para captar votos, ni preocupados por el temor que esto produce en los poderosos.

Lo hacemos pues cada día, cuando nos preguntamos de mil maneras ¿QUÉ ES SER DEMOCRATACRISTIANO? Lo único que podemos respondernos es que eso significa ser

"Un político que piensa PRIMERO en el HOMBRE, y después en la abstracción ECONOMÍCA".

Un político que más allá de su posición religiosa, no puede dejar de escuchar en sus oídos las palabras de las encíclicas sociales ni el testimonio de San Alberto Hurtado, pues cada día se levanta sabiendo que cada pobre que sufre es una persona idéntica a si mismo, en dignidad y derechos.